La investigación cualitativa

Título: Apuntes para una descripción de la investigación y la validez en metodología cualitativa

Germán Varas

La publicación científica ha sido, probablemente ya desde la aparición de Philosophical Transactions of the Royal Society, en 1665, eminentemente cuantitativa y se ha construido como una práctica cuyos métodos de análisis cumplen, al menos en teoría, con rigurosos estándares de objetividad. Esta rigurosidad e imparcialidad científica se ha aplicado con éxito al análisis de la naturaleza y las leyes físicas, pero ¿qué pasa cuando el objeto de análisis no es estático sino más bien variable e impredecible, como la sociedad misma y los individuos que la componen? Las inquietudes y preguntas que han abordado los asuntos sociales han dado origen a nuevos paradigmas investigativos, como la teoría crítica, el constructivismo y el enfoque participativo o posmodernista (Denzin & Lincoln, 2011), entre los cuales se puede hallar una amplia gama de tradiciones como la teoría fundamentada, la etnometodología, el análisis narrativo, la hermenéutica, la fenomenología, la etnografía, los estudios culturales y los estudios de género (Flick, 2002), cada uno con sus propios principios ontológicos, epistemológicos, axiológicos y metodológicos (Denzin & Lincoln, 2011). En las últimas décadas, estas tradiciones han desarrollado sus propios métodos de trabajo, sus propias técnicas de recolección y sus propios métodos de interpretación, los cuales han permitido al investigador cualitativo explorar los significados de los individuos a través de datos tan diversos como estudios de caso, experiencias personales, introspecciones, historias de vida, entrevistas, textos observacionales, textos históricos e interacciones.

Esta diversidad de tradiciones involucra distintas maneras de generar conocimiento y, por lo tanto, de concebir la investigación cualitativa. Autores como Mason (1996), Marshall y Rossman (1999) y Flick, 1998) han identificado algunos aspectos que caracterizan la investigación cualitativa mientras que otros como Denzin y Lincoln (1994) han descrito la evolución que esta metodología ha tenido en el tiempo. En cuanto a las características de la investigación cualitativa, Mason (1996) señala tres rasgos importantes: primero, que se trata de una posición filosófica, altamente interrogativa, que le interesan las formas en que el mundo social es interpretado, comprendido y producido; segundo, que los datos estudiados son de naturaleza flexible y sensible al contexto en que se producen; y tercero, que los datos deben abordarse con métodos que permitan, además, comprender la complejidad y el detalle del contexto. Marshall y Rossman (1999), por su parte, establecen que la investigación cualitativa es pragmática, interpretativa y se asienta en la experiencia de las personas. Sobre esta base, identifican tres rasgos con respecto al trabajo del investigador cualitativo: que se sumerge en la vida cotidiana de las personas, que describe las diferentes visiones de mundo de los actores y que considera la interacción de los participantes poniendo atención al lenguaje y a los comportamientos observables. Por último, Flick (1998) describe cuatro rasgos que caracterizan a la investigación cualitativa: primero, que debe descubrir lo nuevo y desarrollar teorías fundamentadas empíricamente; segundo, que debe analizar el conocimiento de los actores y sus prácticas y tener en cuenta que, en terreno, los puntos de vista son distintos producto de la subjetividad; tercero, que se debe considerar al investigador como parte de la investigación (Lincoln, Linham y Guba, 2011); y cuarto, que son varias las perspectivas teóricas, cada una con sus respectivos métodos.

En cuanto a la evolución de la investigación cualitativa, principalmente desde comienzos del s. XIX, algunos autores ha optado por dividirla en movimientos (Denzin & Lincoln, 1994) mientras que otros, en direcciones (Gobo, 2005). Denzin y Lincoln (1994), por ejemplo, distinguieron, a mediados de la década de 1990, siete momentos: el tradicional (1900-1945), en el que los investigadores estaban preocupados por ofrecer interpretaciones objetivas, válidas y confiables; el modernista (1945-1970), en el que se intentó dar rigor metodológico a la investigación cualitativa; los géneros borrosos (1970-1986), en el que coexistió una pluralidad de paradigmas, métodos y estrategias de investigación; la crisis de representación (1986-1990), en la que la escritura se hizo más reflexiva y se procuraron nuevos modelos acerca de la verdad; y el presente, en el que hubo una crisis de validación de la investigación cualitativa. Tres años más tarde, los investigadores agregaron dos momentos más: el sexto momento, en el que se combinó la etnografía crítica, la investigación-acción aplicada y el nuevo periodismo (Denzin, 1997); y el séptimo momento, donde aparecieron en escena las voces previamente silenciadas, el discurso moral y los diálogos sobre la democracia, la política, la raza, el género, la clase y la libertad. Puesto que la definición de períodos es una tarea riesgosa, Gobo (2005) prefiere hablar de direcciones en la investigación cualitativa. De esta manera, este autor señala que la primera dirección consistió en una mayor formalización de los métodos; la segunda, en el desarrollo de los análisis de datos; la tercera, en un vínculo con la informática; la cuarta, en una necesidad de métodos validados en una sociedad multicultural; y la quinta, en una relación con la investigación aplicada. Ambas visiones, tanto la de Denzin y Lincoln (1994) como la de Gobo (2005), han logrado dar cuenta de períodos de crisis por los cuales la validez de la investigación cualitativa ha debido atravesar ante los cuestionamientos provenientes de los sectores más positivistas.

La validez en la investigación cualitativa

La investigación cualitativa, hasta inicios de la década de 1990, era duramente cuestionada y considerada "poco seria" por la sociología más positivista (Denzin & Lincoln, 2011:586), situación que llevó a investigadores y académicos del área a preguntarse cómo podrían mejorar aspectos relacionados con la validez, la verosimilitud, la credibilidad y la confiabilidad de sus métodos. De esta manera, surgen varias propuestas; por ejemplo, Denzin y Lincoln (2011) señalan que un estudio puede alcanzar su validez como cultura, es decir, explicitando en el informe las diferentes posiciones culturales de los participantes; como ideología, poniendo énfasis en aspectos culturales, como el poder y la legitimación social; como género, dando cuenta de los aspectos asimétricos del poder social; como lenguaje o texto, reconociendo que las miradas de mundo están presentes en el lenguaje; como relevancia, enfatizando la utilidad de la investigación para los grupos estudiados; y como estándares, reconociendo que las afirmaciones verdaderas son tan múltiples que no se puede confiar en un único procedimiento.

Lincoln, Lynha y Guba (2011), por su parte, reconocen al menos cuatro criterios para lograr la validez: la imparcialidad, considerada como un punto de equilibrio entre las miradas, los valores y las preocupaciones de los participantes; la autenticidad ontológica o educativa, relacionada con el nivel de conciencia que los participantes tienen sobre los alcances del estudio del cual están siendo parte; la autenticidad catalítica y tácita, la cual se refiere a la capacidad de una investigación-acción para que los participantes logren llevar a cabo las acciones de mejoramiento; y la ética, donde se pone énfasis en que cada forma de conocer implica una trayectoria moral (Palmer, 1987). Pese a que en todas estas formas de validez se intenta conseguir una mayor transparencia en el acceso a la verdad, hay un tipo de validez, afirman Altheide y Johnson (2011), que busca legitimar la investigación cualitativa con el propósito de insertarla en una lógica de mercado en la que diversos proyectos, pertenecientes a grandes organismos, compiten por un ostentoso financiamiento. En este tipo de validación, las investigaciones alcanzan cierto grado de positivismo, señalan los autores, en cuanto deben someterse a la estandarización de los métodos de análisis, deben alcanzar niveles de comparabilidad y, por si fuera poco, neutralizar la retórica con la cual se describen los datos para alcanzar, paradójicamente, mayor grado de objetividad. Independiente de las motivaciones de la validez, ya sea mejorar la credibilidad del método o aumentar el grado de comparabilidad de los resultados, los investigadores deben seguir ciertas pautas que les permitan no solo validar su estudios sino que también validarse ellos mismos frente el resto de la comunidad científica.

Para Mendizábal (2012), en tanto, la validez se puede juzgar de distintas perspectivas, por ejemplo, a partir de su marco conceptual, de la tradición elegida, la justificación (o propósitos) y, en cierta medida, de los evaluadores, quienes podrían preguntarse si el estudio está bien hecho, si es creíble, si los resultados son ciertos, si se puede validar su hipótesis o si es útil. La autora, reformulando algunos aspectos considerados clave en el positivismo, propone cuatro criterios que el investigador cualitativo debería tener presente para validar su estudio, a saber, la credibilidad, la transferibilidad, la seguridad y la confirmabilidad. Con respecto a la credibilidad, esta surge en contraposición a la validez interna y consiste en evaluar la confianza del estudio, teniendo en cuenta que el investigador forma parte activa del instrumento de investigación. Con respecto a la transferibilidad, esta surge como contraposición de la validez externa y consiste en "transferir" los resultados a realidades o contextos semejantes con el fin de ampliar el conocimiento sobre un determinado fenómeno. La seguridad, por su parte, surge como contraposición a la confiabilidad y consiste en garantizar estándares, ya sea de recolección de datos o de análisis. La confirmabilidad, finalmente, surge en contraposición a la objetividad y busca que otro investigador pueda confirmar los datos o hacer consultas a los investigados.

Material complementario

La profesora Vasilachis de Gialdino (2012) ofrece una completa descripción de la investigación cualitativa (ver referencias).

La profesora Leslie Curry, de la Universidad de Yale, publicó una serie de 6 módulos (YouTube) donde describe la investigación cualitativa:

Para terminar, una cita

"Qualitative data analysis is an iterative process of individual and group level review and interpretation" (Leslie Curry, Universidad de Yale)

Referencias

Altheide, D., & Johnson, J. (2011). Reflections on interpretive adequacy in qualitative research. The SAGE handbook of qualitative research, 4, 581-594.

Denzin, N. & Lincoln, Y. (2011). The SAGE handbook of qualitative research. Sage.

Denzin, N., & Lincoln, Y. (1994). Handbook of qualitative research. Thousand Oaks, CA: Sage.

Gobo, G. (2005). The Renaissance of Qualitative Methods. Forum, Qualitative Social Research, 6(3), 1-12.

Hurtado de Mendoza, A. (2008). The problem of translation in cross-cultural research on emotion concepts. International Journal for Dialogical Science, 3(1): 241-248.

Flick, U. (2002). Qualitative research-state of the art. Social science information, 41(1), 5-24.

Flick, U. (1998). An introduction to qualitative research. London: Sage Publications.

Mason, J. (1996). Qualitative Researching. London, Sage.

Marshall, C. & Rossman, G. (1999). Designing qualitative research. 3rd ed. London: Sage Publications

Mendizábal, N. (2012). Los componentes del diseño flexible en la investigación. En Vasilachis de Gialdino (Coord.). Estrategias de investigación cualitativa, Barcelona: Gedisa

Vasilachis de Gialdino, I. (2012). Estrategias de investigación cualitativa. Buenos Aires: Editorial Gedisa.